El afán que tenemos de clasificar las organizaciones como buenas o malas -o como sostenibles o insostenibles- está evitando que se resuelvan los problemas de fondo de su gestión. Las empresas mismas están inmersas en esta urgencia de etiquetas. ¿Qué tan contraproducente es esto para su sostenibilidad?
El afán que tenemos de clasificar las organizaciones como buenas o malas -o como sostenibles o insostenibles- está evitando que se resuelvan los problemas de fondo de su gestión. Las empresas mismas están inmersas en esta urgencia de etiquetas. ¿Qué tan contraproducente es esto para su sostenibilidad?