La compañía estadounidense, líder en movilidad eléctrica, continúa apostando por nuevos productos y modelos de negocio que le permitan cumplir su misión de "acelerar la transición mundial hacia la energía sostenible".
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Pocas empresas en el mundo incorporan la innovación a sus negocios como lo hace Tesla, Inc.
El mayor vendedor de carros eléctricos en el mundo, según el reporte de 2018 de la firma Jato Dynamics, es también una fuente inagotable de noticias en la internet, gracias a sus novedades, sus proyectos y a las excentricidades de su director ejecutivo, Elon Musk.
Capaz de explorar y desarrollar ideas en diferentes mercados, el genio detrás de PayPal, Space X, The Boring Company y otras compañías ha liderado también la transformación de Tesla de fabricante de vehículos de cero emisiones -VCE- a referente mundial en la implementación de energías renovables.
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La propia empresa estadounidense explica en su sitio web cómo hoy, además de los carros, "suministra productos de generación y almacenamiento de energía, limpia y escalable", pensando en su compromiso de "acelerar la transición mundial hacia la energía sostenible".
Sin embargo, su intención de abarcar cada vez más modelos de negocio esconde también un motivo financiero: Tesla no es rentable y, aún entregando 95,200 vehículos en el pasado trimestre -cifra récord en su historia-, ha registrado pérdidas de más de $US 1.100 millones en 2019. ¿Qué hace entonces que sus accionistas sigan creyendo en ella?
Pese al panorama adverso que atraviesa, la compañía ubicada en Silicon Valley tiene razones para ilusionarse -como los aumentos recientes de producción y ventas o su alta participación de mercado en Estados Unidos y Europa- y se sostiene en uno de sus activos más valiosos: la marca.
Según Business Insider, ninguna otra empresa en el sector resistiría una volatilidad semejante en la bolsa -sus acciones se han devaluado más del 20% desde enero-. "Está viviendo a crédito", asegura la publicación, a la par que explica por qué las deudas son para Tesla agobiantes, pero no un motivo para pensar en la quiebra: "es el hombre raro de la industria".
El atractivo de esta compañía radica en lo que representa: una visión de largo plazo, basada en la transformación, la innovación y la armonía entre lo humano, lo natural y lo tecnológico. La incertidumbre alrededor de su presente es proporcional a la fascinación que genera su marca.
Puede que hoy su relación con los accionistas no pase por el momento más estable y que sus competidores asiáticos le estén recortando distancia, pero su papel en la masificación de las energías limpias, la calidad de sus productos y su potencial para desarrollar soluciones innovadoras le permiten resistir a las adversidades del entorno.
La capacidad creativa y financiera de Musk también es un factor clave para entender la actualidad de su empresa. En un bote que parece a punto de hundirse, el capitán permanece tranquilo y sigue navegando convencido de que puede llegar a la orilla. De allí que, sin importar qué haga o declare el magnate sudafricano, la mayoría de sus grupos de interés confíen en su carácter obstinado.
Tesla, en últimas, se ha convertido en un referente necesario. Hoy es una de las compañías que más impulsan estilos de vida sostenibles a través de productos de uso cotidiano. Su eventual desaparición significaría perder mucho más que a un fabricante de vehículos eléctricos.
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