Con medidas que impulsen cambios en el transporte y los horarios de las personas, el sector privado puede sumarse al compromiso por mejorar la calidad del aire en las ciudades.
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La calidad del aire se ha convertido en un tema de dominio público en Colombia.
En ciudades como Bogotá y Medellín se han registrado niveles de contaminación perjudiciales para la salud humana, por lo que las autoridades locales empezaron a tomar medidas reactivas para mitigar el impacto de la situación.
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A pesar de las circunstancias que inciden en los resultados de dichas mediciones -como la ubicación geográfica o las condiciones climáticas del momento-, existen variables constantes que convierten la calidad del aire en un problema de fondo. Y una de las más críticas es el crecimiento exponencial del parque automotor en las ciudades.
En el caso de la capital antioqueña, estudios del Área Metropolitana muestran que cerca del 80% del material contaminante proviene de las fuentes móviles –vehículos que utilizan diésel y gasolina- y el 20% restante de las industrias.
Resolver esta situación implica un reto enorme, no solo por sus repercusiones en la movilidad sino en el bienestar de las personas. Pero, ¿qué pasa mientras expertos y gobernantes le encuentran "cura a la enfermedad"? Los ciudadanos y las organizaciones debemos asumir nuestra responsabilidad sobre la calidad del aire y sumarnos al compromiso por mejorarla.
Para las empresas, independiente del negocio al que se dediquen o de la cantidad de trabajadores que tengan, existen varias iniciativas que tienen el potencial de impactar de forma positiva el entorno en el que operan.
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La implementación del trabajo en casa es quizá la modalidad más adecuada en las compañías, donde siempre hay labores que se pueden desempeñar por fuera de la oficina. Con un computador y una buena conexión a internet, el trabajo en casa supone una gran alternativa para evitar desplazamientos -y emisiones- innecesarias.
En cuanto al transporte, una de las medidas que pueden tomar es crear programas de movilidad sostenible que incentiven el uso del carro compartido y que, a su vez, ofrezcan estímulos para quienes se movilicen a través de medios de cero emisiones, como la bicicleta –común y eléctrica- o la caminata.
También está la opción del sistema de transporte masivo -que para el medio ambiente es más favorable que el vehículo particular-, al cual las empresas privadas pueden adherirse permitiendo el trabajo en horario flexible; así las personas no tienen que lidiar con las horas pico del tráfico y pueden manejar con comodidad el tiempo de sus desplazamientos.
Inclusive, el aporte de las empresas no se limita únicamente a sus trabajadores, pues también están en capacidad de movilizar a sus otros grupos de interés mediante campañas de cultura ciudadana.
De esta forma, las iniciativas privadas pueden articularse con las políticas públicas, y los compromisos individuales para convertirse en esfuerzos conjuntos, que conduzcan a cambios de mentalidad, de comportamiento y, por ende, al resultado que todos queremos: un mejor aire para respirar.