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Apostar por la equidad de género es proyectar el crecimiento de tu compañía

Las empresas deben entender que la equidad de género no es una cuestión de cumplimiento legal sino una oportunidad competitiva de la que se pueden obtener grandes provechos.

Apostar por la equidad de género es proyectar el crecimiento de tu compañía


Mucho se ha dicho sobre la equidad de género en las últimas décadas. Y aunque se han comprobado, a través de estudios e investigaciones, los beneficios de la equidad en las organizaciones, los avances siguen siendo marginales.

Según la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, de las 1.269 empresas latinoamericanas listadas en bolsa, solo el 4.2% tiene mujeres CEO y casi la mitad de las Juntas Directivas de la región están compuestas solo por hombres (las mujeres tienen una participación del 8.5% en dichos organismos).

En nuestro continente las mujeres hacen el 75% de los trabajos domésticos y el desempleo en las mujeres es superior al de los hombres. Además, las mujeres ganan 70 centavos por cada peso que reciben los hombres.

Si nos trasladamos al panorama nacional, vemos que Colombia ocupa el puesto 36 entre los 144 países evaluados por el Foro Económico Mundial en temas de equidad de género. No es una posición despreciable, pero demuestra que falta mucho por hacer, especialmente en las dimensiones políticas y de oportunidades económicas, donde reportamos el peor desempeño.

Distintos, pero con los mismos derechos

Las cifras reflejan un reto ineludible, cuyo punto de partida debe ser entender mejor el concepto tratado: equidad de género no es el reconocimiento de hombres y mujeres como iguales; es el reconocimiento de que los hombres y las mujeres somos distintos, pero tenemos los mismos derechos.

En el contexto profesional, la equidad de género es el reconocimiento equitativo de los aportes masculinos y femeninos, así como la posibilidad de acceder a las mismas oportunidades de contribuir al propósito de una organización.

Sin embargo, las empresas suelen concebir la equidad de género como un asunto de cumplimiento y no ven la conexión que tiene con el éxito de sus negocios. Su postura se resume en que la inequidad es una cuestión cultural y que el sector privado no se puede hacer responsable de cambios tan difíciles en la sociedad, ¿pero hasta qué punto es eso cierto?

La inequidad de género sí es cultural y más en el contexto latinoamericano, donde las mujeres han asumido tradicionalmente roles domésticos y familiares. Isabella Ganidin, líder del Área Laboral de Norton Rose Fulbright, dice que en Colombia sigue siendo común que las reuniones del colegio y la limpieza de la casa, por ejemplo, sean actividades femeninas. "Esto (..) puede generar una barrera a la hora de tenerlas en cuenta en los procesos de contratación”, afirma.

Lo que no es correcto es asumir que las empresas están por encima de la problemática y que "no pueden hacer nada al respecto". El sector privado tiene una responsabilidad consigo mismo y con la sociedad: generar impactos positivos y mitigar en lo posible los negativos. Esa es la esencia de la sostenibilidad.

A las empresas se les presenta entonces una doble oportunidad con respecto a la equidad de género: mejorar su desempeño y contribuir al cierre de brechas sociales que históricamente han afectado a países como el nuestro. Los datos que soportan este enfoque son contundentes.

Equidad es sinónimo de rentabilidad

McKinsey & Company investigó en 2015 la correlación existente entre la diversidad y el desempeño financiero de las empresas, concluyendo que las empresas con mayor diversidad de género tenían 15% más probabilidad de tener mejores resultados financieros que aquellas con poca diversidad de género.

La consultora estadounidense publicó en 2018 un estudio de seguimiento donde reveló que ese porcentaje había subido a 21% en solo 3 años.

Otro estudio, realizado por Catalyst, muestra que empresas con mayores niveles de participación femenina en posiciones directivas tienen retornos 34% mayores que aquellas que no lo tienen. Y en 2016, MSCI Inc. encontró que las compañías americanas que tienen al menos tres mujeres en sus Juntas Directivas tienen retornos a la inversión 11% mayores y utilidad por acción 45% mayores a las empresas sin presencia femenina en sus órganos de gobierno.

A su vez, las mujeres se han convertido en uno de los actores más importantes de los mercados a nivel mundial. Según el Huffington Post, las mujeres influyen en el 85% de las decisiones de consumo y cada vez más manejan nuevos emprendimientos, por lo que tenerlas participando en la toma de decisiones en negocios donde ellas mismas son un grupo de interés clave es un acierto.

La equidad de género también mejora la cultura, el clima y la reputación de una compañía, lo cual contribuye no solo al logro de los objetivos estratégicos sino que posibilita la atracción y retención de talento de calidad. Con estas razones, es evidente que darle las mismas oportunidades a hombres y mujeres es una necesidad para una empresa que quiera asegurar su permanencia en el tiempo.