Compañías como Everlane son un buen ejemplo de cómo la sostenibilidad es un modelo viable de desarrollo y motor de innovación. Con su fórmula de transparencia radical, calidad excepcional y fábricas éticas, Everlane es un negocio exitoso que produce impactos superiores en el consumidor y el entorno.
Imagen tomada de Everlane.
Los productos de Everlane, sacos de lana cashmire, zapatos italianos y camisetas de algodón pima peruanas, son atemporales, es decir, pueden usarse por años e incluso por décadas.
Y no sólo eso, quien los compra recibe la información de cuánto cuesta producirlos, cuánto se gana la empresa en cada uno de ellos y cómo es el precio versus el del mercado.
La compañía tiene una promesa de oro con sus clientes, ser radicalmente transparente. “Creemos que los clientes tienen derecho a saber cuánto cuestan sus prendas, revelamos los verdaderos costos detrás de nuestros productos, desde materiales hasta mano de obra y transporte, y asumimos el reto de comercializarlos por debajo del mercado minorista tradicional”, dice la compañía en su promesa de servicio.
Everlane se ha asociado con las mejores fábricas en Estados Unidos, Perú, España, Italia, China y Vietnam. Las visita con frecuencia, construye fuertes relaciones con ellas y les aplica una auditoría de cumplimiento para evaluar si sus salarios son justos, las horas de trabajo de sus empleados son razonables y sus procesos productivos amigables con el ambiente. Su meta: tener una puntuación de 90 puntos o superior para cada fábrica.
Más allá de la relación comercial, Everlane humaniza, le pone cara a sus fábricas, cuenta sus historias, describe sus paisajes cercanos, su gente, a su propietario y sus valores y filosofía. Es una marca que conecta el corazón del negocio con el consumidor, el empleado y otros públicos de interés.
Planta de Everlane en España. Foto tomada de Everlane.
También se compromete con sus empleados y hace apuestas comerciales para lograrlo. Creó Fundación Black Friday y en la temporada, en lugar de tener precios bajos, cobra el precio full para donar una porción de las ganancias a programas de beneficios para los empleados de sus plantas satélite. Sus cosumidores le creyeron y apoyaron la estrategia. “Es una forma de estar abiertos y disponibles para nuestros clientes, mientras que reforzamos los valores que defendemos", dijo el presidente de la compañía, Michael Preysman a Fast Company.
Con los recursos resultantes de la fundación Black Friday, ha dotado la planta satélite de los Ángeles con páneles solares, ha donado cascos de seguridad ligeros para a 8.000 empleados en la planta de Nobland en Vietnam, la cual alcanzó un 92% en sus planes de cumplimiento con las buenas prácticas sostenibles y ha creado beneficios en alimentación y calidad de vida en otras regiones en las que opera la compañía.
Everlane comercializa sus productos por internet y hace menos de un año abrió el formato físico de tiendas pop up, en lugares donde conecta al consumidor con los valores de la marca.
La lista en su canal de ventas por internet ha llegado a 70.000 personas que esperan por una camisa y 50.000 por unos jeans. La apuesta por la sostenibilidad es muy rentable para la compañía, aunque Everlane no divulga sus ingresos, ha crecido al 100% año tras año desde su creación en 2011 y se proyecta como una empresa de mundo de la moda que va a marcar grandes precedentes para la industria.