Con el propósito de avanzar en la lucha contra el cambio climático, gobernantes de todo el planeta se reunieron a discutir cómo podían acelerar el cumplimiento del Acuerdo de París. ¿A qué acuerdo llegaron?
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Nueva York fue esta semana la sede mundial de la lucha contra el cambio climático.
Líderes de más de 80 países se reunieron en la 'Gran Manzana' en el marco de la Cumbre del Clima, espacio citado por la ONU para revisar el avance en los compromisos fijados en el Acuerdo de París.
En este acuerdo, propuesto hace cuatro años, se establecieron tres objetivos básicos para combatir la amenaza del cambio climático y gestionar la sostenibilidad del planeta: frenar las emisiones de carbono de cada país para 2020, reducirlas en un 45% para 2030 y eliminarlas por completo para 2050.
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La Cumbre del Clima apareció en la agenda internacional como una "sesión extraordinaria", en la que los asistentes, previo al examen que tendrán en la próxima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático -COP25-, se sentaron a revisar sus apuntes.
Sin embargo, el evento estuvo marcado por la fugaz presencia del dirigente estadounidense, Donald Trump, y la actitud defensiva de figuras como Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, quien todavía intenta evadir su responsabilidad en los incendios forestales ocurridos hace un mes en la Amazonía de su país.
Mientras tanto, las emisiones de carbono continúan aumentando -1.7% en 2018- y el plazo para cumplir el primero de los objetivos del Acuerdo de París se termina. Los líderes mundiales retomarán la discusión en dos meses en Santiago (Chile) y la sensación que deja la Cumbre del Clima es que aún hay temas muy importantes por resolver.
Tres claves de cara a la COP25
La principal novedad del encuentro llegó cerca al cierre, cuando 77 de los países asistentes ratificaron el compromiso asumido hacia 2050.
Pese a ello, la ausencia de Estados Unidos, China e India en el acuerdo hace que el sabor tras la jornada sea más agrio que dulce. La contribución de las demás naciones parece insuficiente ante el desinterés de tres de los cuatro principales contaminantes del planeta.
Otra de las preocupaciones para la COP25 radica en los mismos líderes mundiales, cuyas intervenciones siguen quedándose en buenas intenciones, llamados de atención y -con algunas excepciones-, no evidencian un abordaje estructural para afrontar los diferentes retos del cambio climático.
La reunión en Santiago tendrá que ser entonces el espacio para generar aún más discusiones incómodas, que impulsen a los gobernantes a pasar de los planes a la ejecución y a apostar decididamente por un desarrollo sostenible.
Finalmente, la agenda del cambio climático incluye un tema más de forma que de fondo: Greta Thunberg. La activista de 16 años causó controversia con su discurso en la Cumbre de Nueva York, en el cual condenó a los líderes mundiales por seguir pensando en cómo hacer más dinero, mientras vivimos "el comienzo de una extinción en masa".
Su mensaje fue tendencia en las redes sociales y ocasionó reacciones negativas, que hicieron que la discusión se desviara del problema real. Allí es donde debe surgir el respaldo no solo de la comunidad académica, sino de las figuras públicas que sean cercanas a quienes no se convenzan por la influencia de Thunberg.
La joven sueca ha conectado a su generación con la evidencia científica y ha creado un movimiento -Fridays for Future- que moviliza a millones de personas en el mundo. Su liderazgo es igual o más importante que el de cualquier gobernante para afrontar el cambio climático.
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