Hay que cambiar el chip
Los proyectos de infraestructura de cuarta generación o vías 4G, superan los estándares hasta ahora vistos en Colombia en todo sentido. Nunca hemos hecho obras de tal magnitud por sus niveles de inversión, exigencia, complejidad e impactos. Este momento histórico exige un cambio de chip para el sector de infraestructura y el Gobierno: asumir el compromiso moral de pensar en función del bien público, el desarrollo económico y el progreso para las comunidades y los entornos ambientales impactados. (Conoce más sobre los proyectos 4G en el siguiente link).
Ahora bien, la corrupción es la amenaza más grande que tiene el desarrollo y no es exclusiva del sector de infraestructura, pero debemos partir de que este renglón de la economía tiene características que lo hacen susceptible a la desviación de recursos.
Vamos por buen camino
El país ha avanzado en la medida que se han establecido instancias más plurales y un modelo de concesión más moderno y estructurado que delegó mayor responsabilidad financiera al sector privado e incluyó medidas para que la ejecución de las obras sea más eficiente e impecable en cuanto a los tiempos. Sin embargo, se mantiene un imperativo, hacer una gestión sostenible de largo plazo para los megaproyectos, es decir, planear y ejecutar las obras teniendo en cuenta el futuro del país, pensar en el momento en el que las 4G sean una realidad.
El reto del sector privado: una visión por encima de la generación de recursos
Debemos pensar más allá de los estados financieros y planear la ejecución de los proyectos con una visión más consciente desde los impactos a los ecosistemas y a las comunidades. Entender que las exigencias ambientales no son un obstáculo sino un mecanismo de éxito para las obras y para el desarrollo del país.
Claridad, celeridad y coherencia: tareas de las autoridades ambientales y el Gobierno
Las autoridades ambientales y las Corporaciones Autónomas Regionales deben tener mayor claridad en la forma de gestionar los procesos ambientales. Facilitar los licenciamientos con rigurosidad para garantizar que los impactos se evalúen, se midan y manejen. Se necesita celeridad para dirigir y orientar los proyectos en su proceso de compensación en el momento del licenciarlos. Coherencia, ser estratégicos para que las compensaciones efectivamente funcionen, no se desvíen, ni se pierdan los presupuestos asignados.
Otros retos
El medio ambiente no puede ser enemigo del desarrollo, las obras deben diseñarse de tal forma que se integren a los ecosistemas que llegan y compensen la riqueza vegetal y la fauna afectadas devolviéndolos a su situación natural.
Se debe involucrar a las comunidades impactadas en los megaproyectos, integrarlas a la fuerza laboral, apoyar el fortalecimiento institucional para que los recursos por regalías se gestionen de forma adecuada, y empoderarlas para que una vez terminen las obras, las cuiden, tengan una nueva dinámica y vocaciones económicas para el desarrollo.
El desafío del sector de la infraestructura está en pensar que más allá de las acciones de los corruptos, están las de los que por la falta de decisiones, claridad, compromiso público y celeridad, abren espacio a la no aplicación de las normas, los malos manejos, la desviación de recursos y la no generación de progreso social, ambiental y económico para las comunidades impactadas por las vías que modernizarán e impulsarán la infraestructura vial y el desarrollo del país.