Con una estrategia de comunicación enfocada en sus iniciativas sociales y ambientales, el sector privado puede redimir su papel como un actor clave para el desarrollo de Colombia.
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La realidad política del país me lleva a hacer una reflexión sobre la polarización en la que está sumergido el pueblo colombiano. Unos se inclinan hacia la necesidad de un cambio por el solo hecho de ver algo distinto, independiente de las ideas o las propuestas, y otros, aunque apostando por una política tradicional, también quieren un cambio para combatir la corrupción, la desigualdad y tratar de encausar la economía hacia una franca recuperación.
Se ha expandido una posición en contra del sistema y del modelo económico actual, en la cual se cuestionan las bases del capitalismo y el rol de las empresas en la construcción de país.
En este contexto, considero que el sector privado se encuentra con una gran oportunidad para situarse como el motor de cambio que en realidad es. Y para lograrlo debe empezar por evaluar la forma como se muestra ante el público.
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Los esfuerzos de las empresas por enviar mensajes de confianza y solidez a los mercados son malinterpretados por la sociedad, que percibe su crecimiento y su rentabilidad como una forma de aumentar la desigualdad.
Pensemos en las noticias que nos llegan sobre las compañías a diario; elijan el periódico que más les guste y de seguro encontrarán información sobre precios de acciones, resultados financieros o titulares como “la empresa X fue adquirida por Y por tantos millones de dólares”.
¿Qué mensajes estamos recibiendo sobre estas compañías? Que la única cosa que verdaderamente importa en los negocios es generar riqueza para sus accionistas, ampliando cada vez más la brecha entre ricos y pobres.
Eso sin mencionar los posibles titulares relacionados con escándalos de corrupción en el sector privado, el acceso a información privilegiada y el abuso de poder derivado de las altas posiciones y la relación con el sector público.
Por eso creo que las empresas se están quedando cortas al enfocar sus estrategias de comunicación únicamente en lo financiero. Los capitales privados tienen unos mensajes mucho más potentes desde la generación de valor no solo para sus accionistas, sino para otros grupos de interés como los colaboradores -y sus familias-, los proveedores, las comunidades de las áreas de influencia y la sociedad en general.
Para reorientar su estrategia de comunicación, las compañías deberían incrementar la divulgación de información no-financiera, describiendo sus impactos desde el punto de vista social, ambiental y económico y yendo más allá de los datos crudos, provenientes de su operación diaria.
De esta forma, la sociedad podrá ver no solo la cantidad de empleos directos e indirectos generados por una compañía, sino su impacto directo sobre indicadores agregados como el índice de pobreza multidimensional, la educación a la primera infancia, el porcentaje de analfabetismo o el índice GINI, entre otros.
Trasladar el discurso hacia un escenario de impactos también permitirá que la interacción de las empresas con sus grupos de interés sea mucho más objetiva, partiendo de una visión más inclusiva en la que el sector privado articula sus esfuerzos con otros actores para generar bienestar en la sociedad.
Preguntarse qué pasaría si X o Y empresa desaparece es una buena forma de valorar los aportes del sector privado en la sociedad, así como un punto de partida para enfocar los mensajes que se comparten con el público.
Con esta reflexión invito a las compañías a dar mayor relevancia a sus indicadores no-financieros, a su estrategia de sostenibilidad y a velar por que la comunicación con sus grupos de interés propicie el cambio de percepción que reivindique su estatus dentro de la sociedad.
