Según Luis Gilberto Murillo, ministro de ambiente y desarrollo sostenible, el país genera doce millones de toneladas anuales de basura y solo recicla el 17% de esa cantidad.
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Los residuos sólidos suponen uno de los desafíos más críticos del planeta. Gobiernos, empresas y ciudadanos de cada país deben tomar medidas para asegurar su correcto tratamiento, pues de lo contrario seguirán aumentando los niveles de contaminación del agua, el aire y los suelos.
En el contexto colombiano la situación no es menos alarmante, considerando que hay iniciativas y políticas públicas -como el Conpes 3874- que definen planes para una gestión integral de los residuos sólidos, pero que no se traducen en resultados significativos frente al impacto que tienen los residuos sobre el medio ambiente.
Un estudio de 2015 realizado por el Banco Mundial y el Departamento Nacional de Planeación -DNP- sostiene que, de continuar con la misma dinámica de generación de residuos y no encontrar soluciones para mejorar su aprovechamiento, "en el año 2030 tendremos emergencias sanitarias en la mayoría de ciudades del país y una alta generación de emisiones de gases de efecto invernadero”.
El pronóstico del DNP se fundamenta en un escenario donde la generación de residuos en las zonas urbanas y rurales podría llegar a 18,74 millones de toneladas anuales, de las cuales 14,2 millones serían dispuestas en rellenos sanitarios que no cuentan con el espacio suficiente para recibirlos.
Ese déficit de capacidad instalada implica una serie de retos para los gobiernos venideros, enfocados no solo en infraestructura para el aprovechamiento, tratamiento y disposición final de residuos, sino en mayores incentivos económicos y normativos para las empresas o en pedagogía para atacar el problema desde la misma separación en la fuente.
Cambiar de chip puede ser la solución
Existe otra alternativa que puede ayudar a mejora la gestión de residuos en el país, la cual supone un cambio de fondo en la forma como concebimos la economía.
Las iniciativas gubernamentales para enfrentar la coyuntura se proponen en el contexto de un modelo económico de producción y consumo lineal, donde las materias primas son explotadas para fabricar productos que luego se venden, se utilizan y se desechan como basura.
Por eso surge la necesidad de encontrar un modelo que tenga en cuenta los impactos ambientales que trae consigo la producción de artículos y que resulte en un ciclo de consumo que genere cero residuos.
La economía circular es una metodología reciente, definida por la fundación Ellen MacArthur como una opción "reparadora y regenerativa, que pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento".
Esta propuesta funciona imitando los sistemas naturales, donde no se generan residuos, sino que la materia fluye y se convierte en un modelo cíclico; como una cadena alimenticia: se aprovechan los recursos y no se altera el equilibrio.
La economía circular se rige bajo pilares de mejora del capital natural, opmitización en el uso de los recursos y gestión de flujos renovables, con los que puede disminiur el alto volumen de residuos del país y a su vez proponer nuevas alternativas de reutilización para los materiales desechados.
Cabe destacar que este modelo depende del compromiso de los consumidores y generadores de separar los residuos donde se originan, así se dispone de manera correcta el material reciclable y se envía a los lugares adecuados para su tratamiento.
Con una cultura ciudadana de separación de residuos y condiciones regulatorias que permitan alianzas entre los sectores público y privado, la economía circular puede ser la respuesta para la transición hacia una gestión sostenible de residuos sólidos.