Las importaciones de plástico, papel y residuos metálicos disminuyeron más del 50% en los primeros siete meses de su prohibición, mientras las otras potencias buscan alternativas para aprovechar las basuras que dejarán de exportar.
El manejo de residuos sólidos es uno de los retos ambientales que más atención, esfuerzos y recursos demanda en la actualidad.
Por eso, la restricción del gobierno chino sobre el ingreso de residuos sólidos al país les ha generado a las industrias de las principales potencias mundiales el desafío de gestionar y redistribuir esos desechos con sus propios medios.
En 2017, los países desarrollados exportaron 7.3 millones de toneladas métricas de plástico, uno de los 24 tipos de residuos a los que Pekín prohibió el ingreso con el fin de impulsar la industria de reciclaje local y realizar mejores controles de calidad sobre dichos materiales.
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Aunque la situación amerita respuestas urgentes, las industrias no pueden permitir que el afán resulte en soluciones de corto plazo. El sector privado debe asumir esta coyuntura como una oportunidad para contribuir a los compromisos de la agenda internacional y, de paso, vincularse al sector público para promover la economía circular en sus respectivos países.
Hablamos de medidas que implican inversión en tecnologías, estudios de mercado y decisiones basadas en investigación. Las empresas pueden partir de alianzas con universidades para realizar estudios que permitan definir qué materiales pueden reintroducirse en sus cadenas productivas y cómo pueden hacerlo.
Con el sector público existe la posibilidad de invertir en el fortalecimiento de programas de reciclaje, de modo que la separación en la fuente, fase vital para que un esquema de economía circular funcione, asegure la correcta disposición de los residuos y no comprometa el valor de las materias primas para su reutilización.
También pueden unirse con compañías de otros sectores para comercializar o canjear los residuos cuando no pueden utilizarlos, considerando que hay productos que tienen unos controles de calidad muy rigurosos o que exigen unas características muy específicas.
En definitiva, el sector privado encuentra en este punto de inflexión un motivo para avanzar en estudios y prácticas que permitan implementar un modelo económico global sustentado en la optimización de procesos y la reutilización de recursos.